martes, 15 de octubre de 2013

O-lor


Huelo el aroma del café por la  mañana. Me despierto con tu dulce color africano que me llena las mañanas de un intenso sabor. El día es largo y la noche es corta. Te susurro mientras saboreo tu dulce olor por las mañanas...Ese olor que me vuelve loca. Sabes como atraparme.
Sigilosamente, contemplo tu curso del tiempo: cómo eres, cómo serás. Es increíble lo valioso que eres, querido, porque contigo en mi cuerpo se me pasa la monotonía más ligera y agraciada.
Veo en el reloj la hora de acabar la mañana junto a ti; de reírme ingenuamente y de mirarte sin despecho. Aligero los minutos para vestirme y prepararme antes de salir por la puerta y despedirme hasta mañana, pero encuentro que aún es pronto para dejarte escapar. No entiendo qué es lo que tienes en tu diminuto cuerpo que me regalas la respiración que me falta. Me evades a un cielo despejado, risueño y soleado, donde las cosas pasan rápido y los momentos despacio.
Eres ese aroma gratuito de cada mañana, una monotonía agridulce, que cuidas de mí como nadie lo había hecho antes. Te encuentro en todas las esquinas, pero el momento idóneo es el encontrarte en casa cuando lo necesito.
Sensacional es la palabra apropiada para describirte.
Recuerdo la primera vez que te vi. Observé tu postura y tu silueta, junto a miles almas africanas devorando tu espacio artificial en las calles de Madrid.
Era novata y no sabía cómo entrar para llevarte y nunca más devolverte. Pensé que no estaría a tu altura; pensé que nunca te cuidaría como otras personas lo harían. Pensé muchas cosas.
Al final estás aquí, y creo que nunca te irás de mi vera.
Eres ese olor rutinaria que haces crecer el día y reducir la noche.
Huelo el aroma del café cada mañana.

Angie R.