jueves, 7 de julio de 2016

Los domingos son míos

La cama me reclama, pero son las ocho de la mañana y me espera un día largo. Ahora empieza mi domingo, como cada domingo de la semana. Como cada domingo del mes. Quizá algún domingo fui infiel yéndome de viaje a Barcelona, Sevilla y Teruel – porque fui a visitar a un familiar – , pero este domingo soy fiel a mi ritual.
Me gusta lavarme los dientes antes de desayunar y hacer pipí cuando termino la última tostada de mi plato de plástico, de esos infantiles que teníamos cuando éramos más pequeños. Todavía lo conservo. Vestirme está sobrevalorado si no es para salir a la calle. Incluso para tirar la basura debería prohibirse salir de casa con ropa de calle. No, por favor, pijama siempre.
Me traen el periódico a eso de las ocho y media pasadas y mi leche marca blanca desnatada está casi hirviendo, como a mí me gusta. Las tostadas están todavía en la tostadora y hoy dejo el café para probar algo diferente: leche sola con cereales.
Abro el periódico porque la portada no me ha llamado la atención, y cuando estoy en la segunda página vuelvo a cerrar el periódico porque quiero abrirlo por detrás.
En cultura nada se cuece. Más que mirar los titulares, miro el nombre del periodista y luego el titular. Hoy parece que hay muchos suplemento y eso me gusta. Dedico más de cinco minutos a leer un reportaje de dos parejas entrevistadas para que expliquen al lector sus claves para mantener viva la pareja. Siempre me han interesado leer esos reportajes porque me parecen ridículos. Y porque al final siempre lo comparo con mi relación y pienso: “¿Y yo hago esto?”, “pues ella no me dice nunca esas cosas”, “ah, que se tiene que dormir así para avivar la llama?”. Al final me como la cabeza y dejo de leerlo.
Otro de los temas interesantes del periódico de los domingos es leer a los grandes reporter@s que siempre consiguen arrimar al lector durante más de 7 minutos. Una mujer que vivió un infierno durante veinte años, tal otra que trató con nazis mega malos, y luego están las actuales: jóvenes que explican su situación en Turquía, una mujer anónima que sufre violencia de género. Aquí la lectura acompaña mi desayuno. O mi desayuno a la lectura, mejor. Porque el desayuno lo considero la comida más placentera. Vas a la cocina con un hambre feroz cada mañana, como decía en su poema Alberto de Cuenca.
Mi novia a veces piensa que soy bastante sensible, cariñoso y mono, en el buen sentido. Ella es todo lo contrario. Cariñosa sí, sobre todo en las siestas. Ella se toma las siestas como un manjar de ricos. Sin las siestas se sentiría muy vagabunda.
Ahora el turno es para la sección local, me interesa la política aunque no me guste mucho hablar de ello y en el fondo nunca me especializaría en eso. Pero me gusta, de verdad. Cada día lo leo porque esto de las coaliciones me flipan. Todo este cachondeo de hacer amigos para que se unan a mi grupo me recuerda a las votaciones semanales de Gran Hermano. Todos se ponen en el sofá y tiene que pasar por la cabina para votar a su compañero. Muchos de ellos se reúnen o intentan convencer al otro para que voten a menganito, y menganita se lo piensa con su amiga par ver qué hacen. Eso sí, uno de ellos al final gana esa semana la inmunización – se salvan siete días de que le vote – y ha sido gracias a hacer amigos, a unirse y así ganar. Fácil.
Ahora la política está igual y me hace gracia. Parece un reality show.
Cierro la prensa porque es el momento de poner música. Elijo el repertorio, pero casi siempre pongo lo mismo, a no ser que haya algo que me interese en la radio. Cuando me canso, a los 10 minutos más o menos, cojo el ordenador y me siento en una silla del comedor,pongo música desde Spotify, abro Chrome y busco las letras de las canciones en inglés porque me gusta aprenderlas. Y así hago algo de inglés.
Si es verano, sobre el mediodía, me pongo el bañador y quedo con alguien para ir a la playa. Aunque a mi novia no le guste mucho, a mí me encanta. Luego le recompenso comprándole algo y listo. Los planes con ella son muy divertidos. No hay casi nada planeado y cuando nos apetece algo, lo hacemos. Casi siempre digo sí a lo que ella dice y ella dice sí a lo que yo digo. ¿Un helado? “Sí”. ¿Vemos ropa en Levis? “Sí”. ¿Cenamos fuera? Quiero ir a este bar que me gusta. “Me gusta!, vamos”. Quiero peli. “Y yo, vamos”. Es todo guay.
Para los viajes, lo mismo. Somos un poco culo veo culo quiero, sobre todo ella. Casi siempre me apetecen festivales y si es fuera de mi Comunidad mejor. Sobre todo el norte, nos gusta el norte. Me gustan los viajes así. Y nos lo pasamos bien, aunque esta vez sí lo planificamos.
Como hoy hace buen día, me voy a la playa. Hoy sola. Y voy con ansiedad al agua. Es como un antojo, aunque cuando ya estoy dentro al poco quiero salir y tomar el sol. Paso casi una hora y me vuelvo a meter porque me entra el antojo de agua. Luego salgo y continúo leyendo mientras me seco porque odio no secarme del todo.
Los planes por la noche me molan más y en verano. Adoro verano y el calor. De hecho siempre me ducho con agua casi hirviendo y a mi Mujer no le gusta, a ella le gusta fría, congelada. Salen trozos de hielo de la alcachofa. Es increíble os lo juro. Cuando es de noche la casa se me vuelve poco acogedora, me incita a salir y no volver hasta muy tarde. Siempre le digo a mi novia de salir a tomar unas cañas, aunque a veces le cuesta decir que sí porque no le gusta salir conmigo en ese plan. Y me parece bien. Pero la caña intento que nunca falten. La cerveza es un Dios que se apodera de nuestra libertad. Aunque debo admitir que en el verano me gusta más el día. El día de cada estación me gusta más. Sobre todo esos paseos a media tarde cuando todavía hay sol pero no tanto calor. Me gustaría que hubiesen parques como Central Park. Iría todos los días para hacer mil cosas, desaparecería durante unas horas y tendría que venir mi novia a buscarme – aunque sudaría, sinceramente –. 

No se puede luchar contra el amor, porque el amor se sobrepone a todo, con todo mi pesar oye. Pero es así. En cambio leyendo prensa por la mañana se te puede ocurrir empezar con hambre esta mañana y, quieras o no, es el momento perfecto para planear tu día aunque en el fondo todos sabremos que seguirá siendo un día improvisado. Pero al menos lo habremos intentado abriendo la primera hoja del periódico.



Angie R.